PUESTO NÚMERO 10
Inglaterra vs. Alemania Occidental (30 de julio de 1966)
Inglaterra: Banks; Cohen, J. Charlton, Moore, Wilson; Ball, Stiles, B. Charlton, Peters; Hurst, Hunt. DT: Ramsey.
Alemania Occidental: Tilkowski; Höttges, Schulz, Weber, Schnellinger; Beckenbauer, Overath; Haller, Seeler, Held, Emmerich. DT: Schön.
La final del Mundial de 1966. Por un lado, Inglaterra, virgen (?) y local. Por el otro, Alemania Occidental, campeón en 1954. De fondo, todo lo vivido en la Segunda Guerra Mundial. Pero los europeos son muy civilizados (?). El camino de estos dos equipos no estuvo libre de polémica. Lo más notable fue en cuartos de final, cuando un árbitro alemán favoreció a Inglaterra ante Argentina, mientras que un referí inglés ayudó a Alemania ante Uruguay. Y sin contar que dejaron que a Brasil los molieran a patadas. En fin, hicieron bien su trabajo. La primera chance del partido fue un remate de Held que Banks sacó con la punta de los dedos. Igual, pronto llegó el gol alemán, por intermedio de Haller. Iban 12 minutos cuando Held metió la pelota al área, Haller le ganó a Wilson, remató y marcó el 1-0. La igualdad llegó seis minutos después, tras un pelotazo de 40 metros de Moore, que fue cabeceado por Hurst para anotar el 1-1. Luego, Emmerich capturó un rebote dentro del área, pero Banks atajó su tiro. Luego, Tilkowski sacó remates muy claros a Peters y Hunt. La final estaba buena señores (?). Pero en el complemento, la cosa arrancó mucho más trabada, sin situaciones de gol. Los alemanes probaban con centros y los ingleses intentaban entrar por el medio, sin éxito en ambos casos.
Hasta los 37 minutos, cuando a la salida de un córner, la pelota le llegó a Hurst, que remató al arco, su tiro pegó en Höttges, y le quedó servida a Peters, que anotó el 2-1. Parecía que estaba todo cocinado. Pero no. A los 44 llegó la igualdad. Tras un fallido tiro libre de Emmerich, la pelota le quedó a Held, que remató, se desvió en Schnellinger y le quedó a Weber, que empató el encuentro. Banks pidió mano de Schnellinger, pero no hubo caso, el gol valía y era tiempo de alargue. Inglaterra era mejor, Bobby Charlton en dos ocasiones tuvo la chance de convertir, pero Tilkowski y el palo se lo negaron. Pero a los 11, Ball por derecha metió un centro bajo, recibió Hurst, y de media vuelta remató. Su tiro dio en el travesaño, picó en la línea y fue sacada al córner por Weber. Pero el árbitro suizo Dienst no sabía que cobrar. Los ingleses pedían gol y los alemanes decían que era tiro de esquina. El referí fue hasta su asistente, Bahramov (de la URSS) y sin dudarlo dijo que era gol. Festejaba Inglaterra, que se ponía 3-2. ¿Realmente entró esa pelota? A simple vista, parece que no ingresa toda.
Toda Alemania fue en busca del empate, pero no solo no lo consiguió, sino que a los 15 del segundo tiempo suplementario, Hurst marcó de contra un golazo, clavandolá en el ángulo. 4-2 y final, Inglaterra era campeón por primera vez en la historia. Hurst se convirtió en el primer y hasta ahora único jugador en meter tres goles en una final del mundo. Con el paso del tiempo y el avance de las tecnologías, la jugada del tercer gol (el llamado “gol fantasma”) fue analizada muchas veces, y en todos los casos la conclusión es la misma: la pelota no ingresó toda, por lo que no era un gol válido. Se acusó a Bahramov de dar el gol a propósito en venganza por la eliminación de la Unión Soviética en semifinales a manos de Alemania. También se dijo que lo hizo para tomarse revancha de la invasión nazi a Stalingrado. Todas falacias. La cuestión es que Bahramov luego dijo que pensó que la pelota no había dado en el travesaño, sino que había entrado, pegado en la red y salido, o sea, que no importaba donde había picado, puesto que para él, estaba saliendo cuando eso pasó. O sea, no vio nada. Aún así, este señor, ya fallecido, fue una celebridad en su Azerbaiján natal, en incluso el estadio más grande del país lleva su nombre.