miércoles, 6 de agosto de 2025

Torneo Regional 85/86, su verdadera historia (parte I): Los antecedentes

Una pequeña introducción (lo complejo de contextualizar el fútbol argentino)

Póster conmemorativo de la coronación (vía).
Link a las partes II y III.

El Regional 85/86 es el torneo más “polémico” de la historia del fútbol argentino, no tengo dudas. Y las comillas no son un error, las uso porque en realidad lo controvertido de este certamen es donde ubicarlo, como explicar de dónde sale (cualquier otra disputa es perder el tiempo con adultos con mentalidad de 10 años, no lo recomiendo). Quizás no es tan difícil en realidad saber “que fue” este campeonato, pero sucedió justo en un momento de cambios en la AFA, y al existir solamente por una temporada es complejo estar familiarizado con él. ¿Estuvo bien descartarlo, tendría que haber seguido ese esquema? Difícil saberlo, pero en las próximas líneas intentaremos repasar todo para no quedarnos con la visión de alguien de esta era del fútbol.

Podemos hablar de tres grandes reestructuraciones en la era del profesionalismo de la primera división de la Asociación del Fútbol Argentino (la AFA, como la conocen los amigos). Lo primero transcurre desde los eventos de 1931 hasta 1966, cuando se produce el primer gran cambio: la aparición de los Nacionales (generando esto la creación también de los Metropolitanos y de los Regionales, que debieron ser equivalentes pero jamás estuvieron cerca de serlo). Esto continuó así hasta los eventos que nos incumben, los cambios que se dieron entre 1985 y 1986, que desembocaron en un solo torneo de Primera y la creación del Nacional B. Repasar esto es la clave de estas publicaciones (sin dejar de lado lo que pasó antes y lo que pasaría después, ya que todo está conectado, nada es casualidad). La tercera gran reestructuración, claro que sí, fue cuando ascendieron 10 equipos más a Primera en el año 2014 para alcanzar los 30 participantes en la temporada 2015. Aquí estamos, en 2025, aún lidiando con ello. Y lo que falta para que se haga algo al respecto. Pero no venimos a hacer futurología.

El contexto es ¿sencillo? En AFA tenés dos formas de afiliación, la directa y la indirecta. La primera consiste en estar asociado a la casa madre, como lo dice la palabra, directamente. La segunda significa que sos miembro de una liga que pertenece a AFA. No habría mucho problema de no ser que los directamente afiliados son (casi) todos equipos de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, mientras que el honor de ser indirectamente afiliado le corresponde a todo el mal llamado interior del país. Esto viene desde hace mucho, y es que para repasar el Regional 85/86 es necesario ir demasiado para atrás en el tiempo. Casi que es gracioso.

La AFA como la conocemos actualmente nace el 3 de noviembre de 1934, cuando se produjo la fusión entre la Asociación Argentina de Football (que contaba con la afiliación a Conmebol y FIFA) y la disidente pero mucho más popular Liga Argentina, organización que se escindió en 1931 por motivos varios (si usted cree que solo fue para implantar el profesionalismo, está equivocado). Para no irnos tan por las ramas, aquí el cuento está bien relatado. Por supuesto, desde 1891 tenemos fútbol organizado, pero estos entes se fueron separando y fusionando hasta la fecha antes señalada y no nos suman mucho a la historia que quiero contar.

Lo que seguía igual era que la AFA contaba con la representación internacional (se afilió a la FIFA en 1912 -hasta este año era miembro de la FA inglesa- y fue miembro fundador de la Conmebol en 1916). Pero a la hora del ámbito local, solo se encargaba de organizar la liga de Buenos Aires y alrededores. En las ciudades del interior había otros entes que organizaban el fútbol allí. Rosario, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Bahía Blanca, etcétera. Pero en vez de crearse un ente que nucleara todo, o bien uno más pequeño que organizara el fútbol porteño, directamente se optó por qué la Argentine Football Association fuese la casa madre del fútbol. Hasta acá nada raro. El problema es que se generó la situación de que desde Buenos Aires se manejara todo. El fútbol no pudo escapar de una situación que pasaba en todos los ámbitos del país. No sería tan grave de no ser por un gran detalle: desde aquel momento, se comenzó a contar como campeón nacional al ganador de la liga porteña, sólo porque la organizaba la AFA. Un error que perdura hasta el día de hoy.

La fusión del 34 no estuvo exenta de polémicas, de hecho, casi que presenciamos un golpe de palacio. Dentro de la Asociación Argentina de Football existía la Confederación Argentina de Football, creada en 1922 para organizar de alguna manera el fútbol del interior. Pero en 1934, tras firmarse los papeles que daban lugar a la nueva AFA, esta Confederación intentó quedarse con la representación internacional ante la FIFA. La jugada no salió bien y el ente fue disuelto, para ser reemplazado por otro que ya conocemos: el Consejo Federal (CF). La participación argentina en el Mundial 34 fue otro motivo de controversia. Se había creado el Consejo Nacional de Football para encargarse de la afiliación internacional. Cuando se acercaba la hora de la Copa del Mundo, los dirigentes de la Liga decidieron no ceder sus jugadores porque “la ausencia de cracks durante varios meses restaría interés al campeonato y se reflejaría en las recaudaciones” (declaración extraída del gran libro de Carlos Aira “Héroes en tiempos infames”). Por eso terminaron viajando muchachos de la débil Asociación e incluso siete futbolistas de clubes del interior. Fue debut y despedida en tierras italianas.

Desde allí, poco más, poco menos (?), el fútbol del interior comenzó a quedar relegado. Por supuesto que la idea de un campeonato nacional hace 110, 120 años era una quimera, las distancias demoraban mucho más que hacerse y estamos hablando del octavo país más grande del mundo, no una minúscula porción de tierra como en los países europeos. El primer intento honesto fue la Copa Ibarguren, instituida en 1913. Esta competencia la disputarían los campeones de las ligas afiliadas. En la práctica, siempre fue un mano a mano entre Buenos Aires y Rosario, las dos ligas más fuertes de Argentina en aquellos años, salvo en su primera edición, cuando también participó el campeón santafesino (tenía cierto paralelismo pero en versión “local”, podríamos decir, con la Copa Aldao que enfrentaba a los campeones de Buenos Aires y Montevideo -entre tantas otras-). El segundo intento quizás salió mejor, pero aquí no compitieron equipos, sino los seleccionados de las ligas. Hablo por supuesto de la Copa Presidente de la Nación, certamen también conocido como “Campeonato Argentino” o simplemente “Interligas”. Este debutó en 1920 y existió hasta la década de los 80, gozando de gran popularidad hasta los años 60. Ambas competencias se vieron modificadas en 1942, año de cambios para con el interior (a la AFA se le ocurrió una idea no del todo tan mala, que fue regular las visitas de los equipos porteños al interior en la fecha patria del 9 de Julio; a eso ya lo repasamos, no salió tan bien, pero tampoco salió mal). Por pedido del CF, AFA dejó de presentar equipos (Capital y Provincia) en los Interligas, mientras que la Ibarguren pasó a enfrentar al campeón de Buenos Aires contra el campeón de la Copa Presidente. ¿Y por qué estos cambios propuestos por el CF? Simplemente la Liga Rosarina ya no era tan fuerte. ¿Qué pasó? Hora de meternos en el repaso.

Rosario siempre estuvo cerca (mientras las recaudaciones acompañen)

Foto de El Gráfico N° 1146 (27/06/1941).
Rosario Central 0-1 Newell's Old Boys.
Para la década del 30, ya contábamos con muchas participaciones rosarinas en copas de AFA. También hubo presencia uruguaya, algún santafesino y, en la Beccar Varela de 1933, por primera vez dijo presente un cordobés (Belgrano), tal como podemos ver en este humilde cuadrito hecho para otro contexto que hace el corte en 1939. ¿Por qué específicamente allí? A comienzos de ese año, AFA decidió invitar a su campeonato de Primera División a Newell’s Old Boys y a Rosario Central. Claro, estos no fueron los primeros equipos del interior en una liga porteña (Rosario Athletic compitió en la edición de 1894 y Lobos Athletic lo hizo en 1894, 1898 y 1899 cuando fue “desterrado” por una polémica resolución que consideraba que la ciudad estaba muy lejos de Buenos Aires), pero si era la primera vez con la nueva AFA y con reglas más armadas respecto al asunto. Ahora bien, este cuento ya lo desarrollé en 2023 y creo que me quedó bastante bien, así que ahora les dejo unos extractos:

En aquel año la AFA decidió no cumplir sus propias reglas y sumar a sus torneos tanto a Rosario Central como a Newell's Old Boys, los dos equipos más poderosos de Rosario. Los reglamentos especificaban que “(...) la AFA no concederá afiliación directa a clubes del interior, debiendo estos anotarse a la Liga más próxima a su asiento”, pero poco importó esto, o las quejas de la Asociación Rosarina y de los demás clubes de dicha ciudad. El “pase” se hizo. El 13 de marzo tanto leprosos como canallas no fueron autorizados por la entidad rosarina a competir en AFA y de hecho fueron desafiliados, pero el 28 de abril fueron perdonados y se les permitió hacer lo que querían a cambio del 10% de las recaudaciones.

Como un extra les contaré que la Asociación Rosarina organizó entonces el llamado Campeonato del Litoral, invitando clubes de Santa Fe y de Paraná para tratar de suplir las partidas de sus principales clubes, pero con algunos equipos jugando fusionados (el campeón de este certamen disputó la Copa Ibarguren ante el campeón porteño).

Claro, las intenciones de AFA no eran "ay si, que vengan porque somos buenos". Ambos rosarinos jugarían el campeonato como invitados, pero además debían garantizar en cada partido de local una recaudación neta de 1.200 pesos moneda nacional. Además, ambos equipos tendrían voz pero no voto en la Asamblea afista. Finalmente, en octubre, tanto Newell's como Central fueron confirmados como afiliados plenos de la buena AFA, pasando así a tener un voto cada uno en dicha Asamblea.

Ya endulzados con esto, desde la casa madre del fútbol argentino porteño decidieron en 1940 que había que sumar más equipos de tierra adentro, aunque a partir de aquí comenzarían en la segunda división. Lo único que tenían que cumplir los equipos que se querían sumar eran tres requisitos:

  • Cumplir con el artículo 8 del estatuto, que básicamente exigía a los clubes tener una cancha con medidas reglamentarias, con cerco para separar a los espectadores, tener tres vestuarios (local, visitante y árbitros), boleterías, baños, canillas de agua, palcos para gente importante y no mucho más.
  • Además de esto, el estadio debía tener capacidad para al menos 10.000 espectadores, algo que no se les exigía a los equipos de Buenos Aires (aunque para jugar en Primera se exigía capacidad para 20.000 personas).
  • La parte más maravillosa, hacerse cargo de todos los gastos incluyendo el 50% del viaje del equipo visitante.

Unión de Santa Fe rápidamente se anotó en el circo y comenzó a competir en el campeonato de Segunda División en 1940. Otros equipos se fueron sumando con el correr de los años: Central Córdoba lo hizo en 1943, mientras que Argentino y Tiro Federal lo hicieron en 1944, completando el quinteto rosarino. Colón, el otro santafesino, recién lo hizo en 1948, mientras que Sarmiento se afilió en 1952. Como contamos aquí, en 1954 hubo charlas para sumar a cinco cordobeses (Belgrano, Talleres, Racing, Juniors y Sportivo Belgrano), pero no prosperaron por negativa de los propios clubes de la segunda división de AFA (historia contada en la “Enciclopedia Viejo y Glorioso Belgrano” de Gustavo Farías).


El Gráfico, en su edición del 17 de febrero de 1939, presentaba el caso de las invitaciones rosarinas y vendiendo que las incorporaciones serían positivas aunque podrían perjudicar al torneo rosarino. Acertó en ambas cuestiones.

El regreso de la Confederación Argentina (conformarse con poco)

Recorte de Goles N° 467 (9/07/1957).
Puede que en los anales del tiempo parezca un año más, pero 1956 no lo fue. O quizás intentó ser importante y no se pudo, lo que lo hace más frustrante. Porque verdaderamente en ese año se dio el primer intento real por parte del interior de buscar igualdad, o algo parecido a ello. No se buscó quizás la idea de un campeonato nacional, pero estaba claro que desde las ligas no estaban conformes con los manejos de (y desde) Buenos Aires.

¿Y qué se buscó durante este conflicto que duró casi un año entonces? Desde que el Consejo Federal reemplazó a la Confederación Argentina en 1934, el interior se sintió discriminado, ya que en AFA no les daban importancia. Razones no le faltaban para creer esto. Por decir algo, después de la Copa Beccar Varela de 1933, el único torneo en el que compitieron oficialmente los equipos del interior contra los de Buenos Aires fue en la Copa de la República, certamen que se jugó en tres ocasiones entre 1943 y 1945, cuyo formato era prácticamente igual que la actual Copa Argentina. A eso le podemos sumar el Trofeo AFA de 1952, pero este solo vio disputar su primera ronda, ya que ante el fallecimiento de Eva Perón, primero fue suspendido y finalmente cancelado. Junto a esto poco, el interior debía conformarse con las giras reglamentadas por AFA de sus equipos, partidos que contaban con buenas recaudaciones, demostrando el interés por el deporte de la gente en lo recóndito (?) del país.

Debido a esto, ligas importantes hicieron un llamamiento para crear un nuevo ente que rigiera el fútbol argentino de una manera nacional y que no todo pasara en la capital. Quienes encabezaron esto fueron Liga Cordobesa, Federación Tucumana, Liga Cultural (Santiago del Estero), Asociación Cultural (Tucumán), Asociación Rosarina y Liga Santafesina. Todas las ligas del país fueron invitadas a reunirse en Córdoba en los primeros días de enero. AFA también, pero prefirió no participar y simplemente recibir las conclusiones. Representantes de 18 ligas asistieron al cónclave, en donde decidieron crear una comisión que redactara el estatuto del nuevo ente. Ya en mayo, en la segunda reunión, esta vez llevada a cabo en Rosario, nació la Confederación Argentina de Fútbol. No fueron muy originales con el nombre.

Esto vino con la desafiliación de 23 ligas del interior: las cordobesas Alta Gracia, Bell Ville, Córdoba, Cosquín, Cruz del Eje, Dean Funes, Jesús María, Río Tercero, San Francisco, Villa Dolores y Villa María; las tucumanas Asociación, Federación y Concepción, las salteñas General Güemes, Rosario de la Frontera y Salta; las santafesinas Gálvez, Rosario, Tostado, Totoras; más Santiago del Estero y Jujuy. El objetivo de la Confederación era tomar el control del fútbol argentino y que la AFA pase a ser una afiliada más, siendo la encargada del fútbol de Buenos Aires.

El Gráfico le dedicó varias líneas a este conflicto. De hecho, en once ediciones diferentes entre junio y septiembre de 1956 salieron entrevistas a dirigentes a favor y en contra de la Confederación, inclusive una a Raúl Colombo, presidente de la AFA en aquel entonces. La revista era partidaria de la idea de que algo había que cambiar, diciendo que no podía ser que una federación metropolitana se llame a sí misma “federación argentina” y así dirigir de facto el deporte de todo el país, pero a su vez no creía que este movimiento del interior tuviera la respuesta correcta, y mucho menos creía posible un campeonato nacional como los había en Europa. Pero si consideraban que AFA y las ligas del interior deberían ser parte de una Confederación de Fútbol que tuviese a su cargo la afiliación internacional de la Argentina, pero que la AFA tuviera a su cargo la representación en FIFA y Conmebol, por una simple cuestión de que la liga de Buenos Aires era la más fuerte y tenía los mejores jugadores, teniendo por esta razón que ser la base de los seleccionados. Nada del todo mal estos pensamientos.

Después de muchas negociaciones, finalmente se llegó a un acuerdo. En mayo de 1957, el Consejo Federal no expiró, sino que fue promovido al mismo nivel que la Asamblea y que el Consejo Directivo de la AFA, que seguiría siendo quien controlaba el fútbol argentino. Todas las ligas desafiliadas volvieron a casa (?).

Curioso fue el caso de Belgrano y Talleres en Córdoba. Como conté anteriormente, en 1954 ambos clubes estuvieron cerca de unirse a los torneos de AFA. Cuando en 1956 explotó este problema entre las ligas y Buenos Aires, los dos clubes más importantes de la ciudad mediterránea no quisieron saber nada con estar del lado de la Liga Cordobesa. Tanto fue así que se desafiliaron y junto a Racing, San Lorenzo y Sportivo Alta Gracia crearon la disidente Unión Cordobesa de Fútbol. Para el año siguiente volverían a LCF y aquí no pasó nada. Durante ese año, los dos grandes de la Docta llegaron a considerar una fusión para irse a AFA, e incluso jugaron una serie de amistosos en esa condición. Finalmente, nada de eso pasó, ni fusión ni traslado.

Bienvenidos los Campeonatos Nacionales (los porteños al final no son tan malos)

Foto de Goles N° 1034 (9/07/1968).
Valentín Suárez (fumando) junto a Alberto Armando.
Corría el año 1966 y Argentina era un caos (podría ser cualquier año). El 28 de junio se dio otro golpe de estado por parte de los militares (recomiendo la historia de los Granaderos que resistieron en Casa Rosada). No vamos a entrar en los detalles de esa cobarde toma del poder y sus motivos, de sí Illia era un presidente legítimo estando proscripto el peronismo o si el sol sale por el este o por el oeste. Al día siguiente, asumió Onganía la presidencia de la Nación. El 16 de agosto, así como si nada, Carlos Fontanarrosa (sin relación con el genio rosarino) editorializaba en El Gráfico que “solo la intervención es el remedio” para la situación anárquica de la AFA. Nada es casualidad en esta vida, y unos días después fue nombrado Valentín Suárez como interventor, inaugurando así un largo período en AFA en el que los dirigentes no elegirían al presidente (hubo que esperar hasta 1974). El ese entonces presidente de Banfield iniciaba así su segundo ciclo en la casa madre del fútbol argentino (el anterior fue entre 1949 y 1953).

Hasta aquí nada raro. ¿Qué tiene de relevante? Vamos a ver. Alberto Armando y Santiago Sacol, presidentes de Boca y Racing, respectivamente, quisieron convencer a Suárez de achicar la cantidad de equipos en Primera. Eran 20 los participantes en la temporada 1966, y los clubes grandes consideraban que eran muchos. Ellos vieron la oportunidad y quisieron aprovecharla. También se sumó Antonio Liberti, presidente de River, que fue más allá y en octubre pidió solo 14 equipos en Primera para 1967.

A todo esto, vale contextualizar un poco. El último campeonato con descensos fue el de 1962 (!). ¿Vieron la serie True Detective? En la temporada 1, el personaje de Matthew McConaughey dice que “el tiempo es un círculo plano”, dando a entender que todo se vuelve a repetir. La historia de la AFA no hace más que confirmar esto. Ferro y Quilmes descendieron en 1962 a la B, mientras que sólo ascendió Banfield, dejando a la Primera División con apenas 14 equipos. En 1963 tenía que descender Estudiantes, último en los promedios, pero este se anuló. Subió Ferro y fue promovido Newell’s en los escritorios. Pum, 16 equipos en Primera. 1964, se anularon los descensos, subieron Lanús y Platense (este fue el año, además, de la noche de los ascensos express). 1965, lo mismo, ascendieron Colón y Quilmes. 20 equipos en Primera para 1966. Los grandes no querían esto.

Laureano Durán era el presidente de Gimnasia de La Plata en aquellos años. Él quería 20 equipos en la máxima divisional. Había un enfrentamiento latente entre grandes y chicos. ¿Qué decidió Suárez, el presidente de Banfield? Je. En los últimos días de diciembre del 66, se dio a conocer la reestructuración de los campeonatos de AFA de cara a la temporada 1967. Bienvenido el interior.

Primero lo primero, no habría descensos tampoco en 1966. Ascendió Unión como campeón y se inventó un reducido con equipos elegidos a dedo para ocupar el 22° lugar en Primera. Esto le tocó a Español. El campeonato que se venía jugando todos los años pasaría a ser el Metropolitano, jugandosé en dos zonas, con semifinales y finales. Pero además de eso, 12 equipos clasificarían al novedoso Nacional, el nuevo certamen en donde los equipos de Buenos Aires se enfrentarían a cuatro del interior. ¿Cómo clasificarían ellos? Mediante un torneo eliminatorio por regiones llamado Regional. Además de esto, cuatro equipos más de AFA junto a los cuatro perdedores de las finales del Regional jugarían el Promocional, por una plaza en el Nacional del año siguiente. Finalmente, los restantes seis equipos del Metropolitanos, los tres peores de cada zona, jugarían un decagonal junto a cuatro equipos de la Primera B en una instancia llamada Reclasificatorio, en donde podían conservar su categoría o descender.

El Metropolitano 1967 comenzó el 3 de marzo, disputandosé la final el 6 de agosto, cuando Estudiantes dio la nota y goleó al Racing defensor del título (y vigente campeón de América y del mundo). El equipo platense así se consagró campeón por primera vez desde su coronación en 1913 en la disidente Federación Argentina, pero además rompió una larga racha en la que solo los clubes grandes salían campeones: en los 36 años de profesionalismo los títulos se los habían repartido River, Boca, San Lorenzo, Independiente y Racing.

Aparte de los finalistas Estudiantes y Racing, clasificaron al Nacional los semifinalistas Independiente y Platense más Vélez, Boca, Rosario Central, San Lorenzo, Ferro, River, Lanús y Quilmes. Al Promocional cayeron Gimnasia, Banfield, Huracán y Colón, mientras que la Reclasificación la tuvieron que disputar Unión, Newell’s, Español, Chacarita, Argentinos y Atlanta.

El 16 de julio comenzó el Regional. Participaron 21 equipos, que fueron divididos en cuatro zonas según la geografía. Los cuatro “ganadores” fueron Central Córdoba de Santiago del Estero, San Martín de Mendoza, Chaco For Ever de Resistencia y San Lorenzo de Mar del Plata. Estos hicieron historia: fueron los primeros equipos del interior en clasificar a un certamen de liga de AFA. Pero además vale mencionar a sus cuatro derrotados (Sportivo Guzmán de Tucumán, Juventud Alianza de Villa Krause, Racing de Córdoba y Olimpo de Bahía Blanca), que clasificaron al Promocional.

El 8 de septiembre debutó el Nacional, que se disputó en formato de todos contra todos a una vuelta. El campeón fue Independiente, que sacó dos puntos más que Estudiantes. La novedad fue que las dos plazas a la Copa Libertadores 1968 fueron para los dos primeros de este campeonato, dejando de lado al Metropolitano. Los equipos del interior terminaron en los últimos cuatro puestos del campeonato.

En tanto, el 10 de septiembre empezó el Promocional, también todos contra todos pero aquí a dos vueltas. El ganador fue Gimnasia, que de esta manera aseguraba un lugar en el Nacional 68 siempre y cuando no tuviese que jugar el Reclasificatorio en ese año, situación que finalmente sucedió. Finalmente, el 13 de agosto largó el Reclasificatorio, que terminó determinando los descensos de Unión y Español a la B, mientras que ascendieron Tigre y Los Andes, en tanto que los demás seis participantes conservaron su divisional. La última fecha de esta etapa se jugó el 23 de diciembre, terminando allí esta novedosa temporada.

Se fueron dando cambios. Los podemos ver en el siguiente cuadro, que resulta muy simpático (?):


Participantes en total, la afiliación de los clubes, como los clubes de Buenos Aires comenzaron a clasificar todos simplemente por jugar el Metropolitano, como se jugaba la fase final para determinar el campeón, etcétera. Las ligas más fuertes comenzaron a tener plazas directas también. Todas situaciones que pasaron, se dieron, propias de una idea que era novedosa (un campeonato que abarcara todo un país de dimensiones gigantescas), sumada a la improvisación dirigencial y a algún que otro capricho.

También se fue modificando la clasificación a la Libertadores. Originalmente las dos plazas argentinas eran para el campeón y subcampeón del Nacional. Esto se mantuvo entre las temporadas de 1967 y 1970 (Argentina no envió representantes a la edición de 1969 por falta de interés disfrazada de problemas económicos; si disputó esa edición Estudiantes por ser el campeón defensor). En 1971 y 1972 ya se comenzó a correr la bocha, clasificando el campeón del Nacional y el ganador de un partido entre su subcampeón y el 1° del Metropolitano. A partir de 1973 y hasta 1984, clasificaron los dos campeones, excepto en 1974, cuando se debía jugar un cuadrangular entre los dos primeros de cada certamen (terminó siendo un triangular). Para 1985 ya tendremos tiempo de explicarlo. Esto, igualmente, se fue dando de forma natural y no pareció molestarle a casi nadie, y si acaso realmente alguien se sintió mortificado por la cuestión, no se le dio importancia, como ya veremos qué pasó en 1978.

Faltaban muchos años para las apariciones de las Copas Conmebol (1992), Mercosur (1998) o Sudamericana (2002) como competencias de segunda línea de América del Sur (o sea, para equipos que pudiesen clasificar desde la temporada local, por eso no cuento la Supercopa, a la que solo se accedía siendo campeón de Libertadores o de algo similar). Pero la que si nació por los años que estamos repasando es la Copa Ganadores de Copa, uno de los miles intentos de Conmebol por imitar a UEFA con su Recopa, competencia para los ganadores de copas nacionales. En 1970 se jugaría la primera edición, y AFA creó así la Copa Argentina, a disputarse en 1969 y con la participación de 32 equipos. De los 22 equipos de Primera, Estudiantes, River y Vélez quedaban excluidos por ya estar clasificados a la Libertadores 1969 (los dos últimos, ya lo dijimos, se bajaron luego). Luego, los clasificados al Nacional y al Promocional 68 le darían una plaza directa a su liga para la Copa (ocho en total), mientras que las cuatro plazas restantes se definirían mediante una eliminatoria en donde, nuevamente, solo estaban habilitadas para participar las ligas que enviaron un representante al Regional 68. 19+12 da un total de 31 equipos, el 32° fue Almagro, campeón de la B en 1968 pero que no pudo ascender por terminar 9° de 10 en el Reclasificatorio.

La Copa Argentina se jugó a eliminación directa y fue ganada por Boca en el mes de julio. Pero en diciembre ganó el Nacional y, de esta manera, clasificó a la Libertadores 1970. Y no se podía clasificar a ambas competencias de Conmebol. Así que a la Copa de Ganadores de Copa fue el subcampeón de la Copa Argentina, Atlanta. No superó la fase de grupos (fue 2°, sólo clasificaba el 1°). Debido a mil problemas que no analizaremos aquí, la edición de 1971 no se consideró oficial y tuvo muchas bajas, entre ellas las de Argentina. Lógico, porque la Copa Argentina de 1970 nunca se completó, al no jugarse jamás la revancha de la final entre Vélez y San Lorenzo. El formato de ese año había sido el mismo que el del año anterior. No tendríamos una copa en Argentina hasta la Copa Centenario de 1993, que era exclusiva para los equipos de Primera, y hasta la Copa Argentina de 2011, de la cual ya también tendremos tiempo de hablar.

Ahora bien, volviendo a lo nuestro, en cuanto a los formatos de los Nacionales, solo los tres primeros años se jugó todos contra todos. A partir de 1970 se comenzó a dividir a los equipos en dos zonas. Y desde 1974 pasaron a ser cuatro, permitiendo así una cantidad similar de partidos pero con la posibilidad de jugar ida y revancha con los “compañeros” de grupo. Lejos de resultar una solución, comenzó a surgir un problema, que era que a algunos clubes del interior no les gustaba este formato. El porqué de la queja rozaba lo pavo: eran muchos partidos para varios equipos que quedaban eliminados rápidamente. Pero por otro lado, los equipos fuertes de “tierra adentro” no querían un torneo que les diese menos partidos, al contrario, estaban interesados en integrarse aún más al fútbol de Buenos Aires. La AFA, lejos de hacer algo respecto, siguió en la suya (el caos) y que los clubes del interior se maten entre ellos (en este caso, no estaba mal optar por eso, debo reconocerlo).

Una situación particular se dio debido al Regional 73 y su formato. El certamen se dividió en cinco zonas y cada una clasificaría a un equipo al Nacional (vale recordar que el interior tenía cuatro plazas directas para las ligas fuertes). Lo particular es que cada zona se jugaría con el formato de doble eliminación. O sea, los equipos jugaban los “playoffs” hasta que había un ganador. Los que iban perdiendo seguían compitiendo hasta que teníamos el segundo ganador. Estos dos se enfrentaban entre sí. Si vencía el de la llave de ganadores, clasificaba al Nacional. Si el que triunfaba, en cambio, era el de la llave de perdedores, se jugaba un segundo partido con la localía invertida, y ahí sí, el que ganaba iba al Nacional. En dos zonas clasificó el equipo que venía del lado de los “perdedores” (Belgrano que le ganó a San Martín de Mendoza y Gimnasia de Jujuy a Juventud Antoniana). La cosa es que mendocinos y salteños fueron a AFA a quejarse, a pesar de que todos aceptaron este formato. Pidieron un repechaje o algo, pero finalmente se los clasificó a ambos al Nacional junto a otros cuatro equipos del interior, pasando así de un torneo de 24 equipos a uno de 30 (les dije, “el tiempo es un círculo plano”).

Cuestión, por un tiempo se consideró hacer el Nacional de 1973 “largo”, que durase más allá de unos meses a fin de año. La idea era extenderlo hasta antes del Mundial de Alemania, o sea, un certamen de un año, con 29 o 30 fechas. No se sabía bien qué hacer con la B, pero se pensaba agregar a los que ascendieran y hacerlos jugar en el segundo semestre del campeonato, vaya uno a saber para que. De nuevo, no se sabía qué hacer con ellos. Al final no pasó nada de esto, se optó por lo más sano que era no modificar estructuras tan sobre la hora. Se dividió a los participantes en dos zonas y el torneo se jugó entre octubre y diciembre, y en febrero del 74 largó un nuevo Metropolitano, que terminó semana y media antes del Mundial, y luego si, el ya mencionado Nacional 74 con cuatro zonas. Pero por primera vez, los equipos fuertes del interior sintieron que podían pedir algo más. Y por eso, cuando a fines de 1976 la AFA decidió usar un formato ABSURDO para el Nacional 77, comenzó la rebelión.

El comienzo de los problemas (los porteños al final si son tan malos)

Foto de El Gráfico N° 3043 (31/01/1978).
Talleres 2-2 Independiente.
Los últimos días de 1976 traerían cola. Tras los descensos de Lanús y Banfield en 1972, no habría más pérdidas de categoría en los Metropolitanos hasta la temporada 76, llegando hasta los 22 participantes en ese año. Allí descendió San Telmo (que igualmente jugó el Nacional), pero hubo dos ascensos. Lo curioso de la B de ese año es que dió un ascenso a mitad de año, que fue para Platense (también disputó el Nacional), y el otro, ya a final de temporada, fue para Lanús. Esto dejaba al Metropolitano 77 con 23 equipos. En lugar de sostener un campeonato con dos zonas y una fase final para poder disputarse en 33 fechas de febrero a agosto como se hizo en 1976, la AFA decidió que en 1977 se jugaría un certamen todos contra todos a ida vuelta (!), dando un total de 46 fechas. Este se jugaría hasta noviembre (!!), y el Nacional vería modificada su estructura, pues pasaría a ser simplemente un certamen a eliminación directa, en el que podías quedar eliminado tras solamente dos partidos. Por supuesto, el interior no lo aceptó, y se armó la hecatombe.

Un pequeño paréntesis para dar contexto dirigencial. Como bien sabemos, el 24 de marzo de 1976 se inauguró una de las etapas más oscuras de la historia argentina con el golpe de estado que derrocó a la cuestionada “Isabelita” de la presidencia de la Nación. Unas horas después, la junta militar, autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, bloqueó las cuentas bancarias de la AFA y obligó a renunciar al presidente David Bracutto, que había asumido en junio de 1974 tras ganar lo que fue la 3° elección en la historia moderna de la casa madre del fútbol argentino. Tras esta dimisión (y la de todo el Comité Ejecutivo), asumió el gerente de la institución, Ernesto Wiedrich, que se hizo cargo hasta mayo, cuando fue elegido unánimemente Alfredo Cantilo. Este, claro, tenía el visto bueno de Carlos Lacoste, el militar que manejaba el fútbol desde las sombras. En junio Lacoste se convertiría en vicepresidente del Ente Autárquico Mundial 78, entidad encargada de organizar la Copa del Mundo por la que hubo gigantescos desvíos de fondos públicos, aunque en la práctica siempre fue el que manejó todo (hasta se lo acusó de ser responsable del asesinato del primer presidente del ente, Omar Actis, aunque nunca le probaron nada). Además de esto, Lacoste era mano derecha de Emilio Massera y primo de la esposa de Jorge Videla, dos de los tres integrantes de la junta militar original. Así que Cantilo, bajo su beneplácito, estaba cómodo. Aún así, el interior no se “apichonó” y quiso reclamar lo suyo.

Cuando AFA dio a conocer cómo se jugaría la temporada 77, los equipos del interior pusieron el grito en el cielo. En El Gráfico decían que el fútbol argentino de esta manera “involucionaba y desalentaba” al desarrollo de los clubes y no comprendía como el Metropolitano volvía a un esquema que había sido abandonado por “antieconómico y anticompetitivo”, ya que los equipos fuertes se cortaban en la tabla y el campeonato perdía interés, con clubes afistas que preferían irse de gira por Europa. También consideraban que las mismas instituciones directamente afiliadas debían tener una especie de gesto de grandeza y “votar en contra de (su) permanencia en Primera” y jugar uno “más adecuado a sus condiciones económicas”. En la revista Goles, en tanto, sugerían que era mucho mejor jugar el Nacional durante todo el año.

Más allá de los pensamientos de la prensa, los dirigentes se movilizaron. Hugo Llapur, presidente de Gimnasia de Jujuy, citó en un hotel de su ciudad a todos los presidentes y vicepresidentes de los clubes grandes del interior para llevar a cabo una reunión para “tratar y resolver los problemas que la AFA les crea constantemente con resoluciones que ellos consideran inconsultas y arbitrarias”. Y la posibilidad de no disputar el Nacional ni el Regional estaba latente.

El sábado 15 de enero de 1977 se reunieron en el hotel Internacional de Jujuy 26 dirigentes de 15 clubes distintos: Belgrano (Aldo Nallino), Talleres (Amadeo Nuccetelli y José Belisle), Instituto (Ángel Gutiez, Miguel Papa y Santiago Cemino) por Córdoba, Independiente Rivadavia (Enrique Nanclares y Mario Molinari), Gimnasia (Bernardo Schraifer) y Godoy Cruz (Miguel Venier) por Mendoza, Atlético (Juan Luccioni y Nicolás Sobrecasas) y San Martín (Natalio Mirkin y Oscar Bravo) por Tucumán, Juventud Antoniana (Carlos Alurralde y José Allemand) y Central Norte (Juan Ruiz y Tomás Cañizares) por Salta, Central Córdoba (Ricardo Allub y Hugo Autalán) por Santiago del Estero, Desamparados (Ricardo Posleman) por San Juan, y Gimnasia (Hugo Llapur y Doroteo Almirón), Altos Hornos Zapla (Demetrio Cau y Aquilino Briones) y Atlético Ledesma (Mariano Gil) por Jujuy. La revista Goles nombra también a Gimnasia y Tiro de Salta como presente, pero sin dar nombres de representantes.

¿Qué se planteó en esta reunión? Se hizo un análisis de la temporada 1977 y de las propuestas para un formato superador, como tendría que ser el régimen de gobierno del fútbol argentino (con una necesaria reestructuración) y sentar la actitud futura de los clubes sobre este problema.

Los dirigentes entendían que el formato del Nacional 77 era insostenible y que no servía ni económica ni deportivamente, algo que iba en línea con lo que pensaban los equipos grandes de Buenos Aires. También consideraban que un Metropolitano tan largo y un Nacional tan corto estaba pensado para beneficiar a equipos capitalinos “con menos poderío económico y deportivo” que los del interior. Además, de paso, criticaban al Consejo Federal por inútil. Y lo que se pedía era:

  • Tener capacidad resolutiva dentro del seno de AFA.
  • Que los equipos del interior jueguen el Nacional por “derecho” y no por “invitación”, como establecía el reglamento.
  • Que se suspenda el sorteo del Metropolitano 1977, programado para el martes 18.
  • Que se les conceda una audiencia con el Comité Ejecutivo para tratar la organización del Nacional.

Además, establecieron que enviarían un telegrama urgente el lunes 17 al Presidente de la Nación, a los miembros de la junta militar, a los gobernadores, a los dirigentes de las ligas y a varios ministros más. También se declararon en sesión permanente hasta el 29 de enero y nombraron una comisión que viajaría a Buenos Aires conformada por Llapur, Molinari, Gutiez, Ruiz y Posleman. Finalmente, acordaron que la nueva reunión sería en Salta el día 22. Nacía así la “Liga del Interior”.

La reunión en tierras salteñas finalmente se postergó una semana, pero en el medio hubo ruido. AFA decidió rechazar el pedido del interior, y para colmo (según Goles), comenzaba a aparecer la traición desde Buenos Aires. Nuccetelli comenzaba a erigirse como líder del movimiento, y en la Capital había conseguido apoyo de varios clubes, pero corrió la noticia de que estos le darían la espalda a la hora de votar. La modificación de los campeonatos dependía de una asamblea, y los clubes porteños eran partidarios de, directamente, anular el Nacional y volver al esquema previo a 1967. Entonces, en caso de una asamblea, ellos serían mayoría. Esto caldeó los ánimos para la reunión en Salta.

29 de enero, hotel Salta. La Liga del Interior decidió no participar ni del Nacional ni del Regional. 39 dirigentes de 18 clubes así lo resolvieron por unanimidad (a los 15 de la reunión de Jujuy se sumaron representantes de Chaco For Ever de Resistencia, Sportivo Patria de Formosa y Círculo Deportivo de Nicanor Otamendi, de la liga marplatense). Las condiciones establecidas por la AFA son inaceptables para ellos. Aún así, estos hombres afirmaban que no querían romper el diálogo con Buenos Aires, “(...) queremos que se nos escuche, no somos anarquistas ni dueños de la verdad absoluta. Somos, creemos, gente que merece ser escuchada”. Los directivos de los clubes se enteraron por los diarios que la AFA había decidido hacer oídos sordos al pedido de suspender el sorteo del Metropolitano.

“No se si podremos conseguir con lo que surgirá acá que la AFA determine o no la integración del interior a sus torneos, pero por lo menos dejaremos sentados nuestros deseos de que podemos proceder en forma justa y consecuentemente”, declaró Nuccetelli. “La AFA no ha tomado en cuenta los intereses del fútbol del interior, por lo tanto tenemos la obligación de negarle toda representatividad”, agregó Nallino. “No pretendemos imponer, pretendemos que se nos escuche y que nuestra determinación tenga un resultado positivo para el fútbol argentino. Nuestro objetivo final es que nos integremos todos”, señaló Nanclares.

Nuccetelli era partidario de darle un plazo más a la AFA para rever su actitud. Pero finalmente se optó por romper. Además de bajarse de las dos competencias, los clubes reunidos resolvieron promover ante las ligas y los demás equipos un acompañamiento a esta posición, en pos de lograr una reestructuración. También se decidió organizar un campeonato propio, pero no sin antes dejar en claro el apoyo total del interior a la organización del Mundial 78 y a la selección nacional. Tres de los seis estadios (Córdoba, Mendoza y Mar del Plata) eran “rebeldes”, pero no iban a mezclar los tantos. Desde la AFA, Jorge Propato, vicepresidente del Consejo Federal (el que, años después, diría que los equipos de Malvinas debían jugar la liga de Comodoro Rivadavia), declaró que le pareció “lamentable” la actitud de los clubes, y que había “otras vías” para reclamar. “En primer término estaban sus ligas, después el Consejo Federal (...). Reitero, como hombre que respeta los reglamentos, no se pueden hacer pedidos aislados sin tener el consentimiento de sus ligas”.

Apenas finalizada la reunión en Salta, los dirigentes de Belgrano, Talleres, Instituto, Independiente Rivadavia, Gimnasia (M), Godoy Cruz, San Martín (T) y Atlético Tucumán comenzaron las negociaciones para la realización de un torneo octogonal amistoso. La idea era que una zona se jugase en Córdoba y la otra en Mendoza, y que el certamen comience el mismo día que el Metropolitano. Pero además, se fijó una reunión para el 15 de febrero en Córdoba para la organización del “Gran Campeonato del Interior” que se resolvió en Salta. Ese debate lo protagonizarían los presidentes de Talleres, Independiente Rivadavia, Desamparados, Gimnasia (J), Círculo Deportivo, Central Norte, San Martín (T) y Chaco For Ever.

El 12 de febrero llegó la reunión de ligas que pedía la AFA. En Santa Fe, representantes de Resistencia, Corrientes, Formosa, Jujuy, Paraná, Posadas, Comodoro Rivadavia, Salta, Santa Fe, Tucumán y Rosario convinieron hacerle un petitorio a la AFA coincidiendo con el reclamo de sus clubes en que era necesaria una revisión de la forma de disputa del Nacional 77.

Finalmente, la AFA decidió hacer caso. El Metropolitano no sería modificado y se jugaría con 23 equipos y a 46 fechas desde febrero hasta noviembre, pero el Nacional finalmente no sería un despropósito a eliminación directa, sino que serían 32 equipos divididos en cuatro zonas de ocho participantes cada una, garantizando un piso de 14 partidos por club. Lo que si, se eliminaría la instancia de cuartos de final, ya que solo clasificarían los ganadores de cada grupo, disputandosé semifinales y final a ida y vuelta, culminando la temporada en los últimos días de enero.

El interior se sintió “satisfecho”, al menos en Córdoba. Aunque se mantenían alerta, ya que las modificaciones tenían carácter de “provisorias” para el año 77. Mendocinos, sanjuaninos y tucumanos acompañaban la decisión de AFA con optimismo, aunque en Jujuy eran más cautos. La marcha atrás desde Buenos Aires logró que se descarte el “Gran Campeonato del Interior”, pero con lo que sí se siguió adelante fue con el octagonal amistoso de la Liga del Interior. Esta se llamó “Torneo Hermandad” y comenzó el 25 de febrero, cinco días después que el Metropolitano. De los ocho que originalmente iban a disputarlo, faltaron Belgrano y Atlético Tucumán, siendo reemplazados por Gimnasia de Jujuy y Desamparados. El certamen lo ganó Talleres, al vencer en la final a Independiente Rivadavia por 2-0 el 8 de marzo.

El Nacional 77 definió más que un campeón. A la final llegaron Independiente, el equipo de Julio Humberto Grondona, y Talleres, el de Nuccetelli. Se decía que de ellos dos saldría el sucesor de Cantilo en AFA. El 21 de enero del 78, en Avellaneda, los equipos empataron 1-1. Cuatro días después, en Córdoba, empataron 2-2, consagrandosé campeón Independiente por tener más goles de visitante. Talleres se puso 2-1 arriba en el marcador a falta de 15 minutos con un gol de Ángel Bocanelli, que supuestamente (?) fue con la mano. Tras esto, el árbitro Roberto Barreiro expulsó a tres jugadores visitantes. Pese a esto, Independiente llegó al empate con un gol de Ricardo Bochini, a falta de siete minutos. Independiente campeón. No tiene sentido caer en el mito de la influencia de Luciano Benjamín Menéndez, comandante del III Cuerpo de Ejército y líder del sector "duro" de dicha institución que por entonces gobernaba el país (por si hiciera falta decir algo de este oscuro personaje) para que Talleres (club por el que simpatizaba; famosa es aquella ocasión en 1976 en que el Tercer Cuerpo jugó un amistoso ante la “T”) se quedara con el certamen. No tiene sentido porque quizás viniendo de mí es poco fiable, pero bueno, las cosas son como son. También es cierto que creer que en los otros clubes, tanto de Córdoba como de todo el país, los militares no estaban de una u otra forma metidos es, como mínimo, inocente.

1978 tampoco fue tranquilo. Nuccetelli arrancaba el año diciendo en Goles que la AFA tenía que “desaparecer”, debiendo ser reemplazada por una Federación Argentina constituída por instituciones a nivel provincial, proponiendo también una divisional “A” y una “B”, ambas de no más de 18 equipos, y debajo de esto un “gran campeonato Nacional”. También dejaba en claro una fecha: 1° de enero de 1979. Según él, esa sería la fecha del comienzo de la reestructuración del fútbol argentino. Luego la cosa se calmó, si, había algo más importante que afrontar: el Mundial. Hubo una especie de pacto de caballeros. El 25 de junio de 1978, Argentina se consagró por primera vez como campeón del mundo al vencer a Países Bajos por 3-1.

Post Mundial, a Cantilo se le preguntó en Goles sobre una posible inminente reestructuración, a lo que el presidente afista respondía que “nadie sabe bien en qué consiste, nadie me sabe decir bien que es”. En tanto, Lacoste opinaba que “reestructurar es tirar todo para abajo y empezar de nuevo, aquí hay que revisar todo, que es lo que está bien, que es lo que está mal (...) y tomar las medidas higiénicas que el caso requiera”. César Luis Menotti, DT campeón con la selección, iba más allá y recomendaba que “un grupo de especialistas” recomiende una serie de pautas y requisitos de índole económica y deportiva que determinarían a los clubes, según cuanto se pudieran ajustar a estas, la categoría en la que tendrían que competir, extendiendo esto a los equipos del interior.

En septiembre, mientras El Gráfico sugería en su editorial una posible intervención gubernamental en AFA (algo que no era necesario porque de facto los militares manejaban todo con Lacoste), se envió una circular a los clubes y a las ligas con un formulario para saber la opinión de los miembros respecto a algunas cuestiones, por ejemplo, el carácter de los clubes (o sea, la posibilidad de habilitar instituciones privadas, hoy conocidas como SAD), sobre si era necesario tantos estadios o si era mejor que varios clubes compartieran uno (algo movilizado claramente por una oscura intención oculta de naturaleza inmobiliaria), organización de los campeonatos, etcétera. Y de la nada, pum, lío de nuevo. El Nacional 78 corría peligro por problemas económicos. AFA se negó a pagar los viajes, y se sugirió que los clubes que no pudiesen hacerlo desertaran. Finalmente, en octubre se decidió modificar el formato del Nacional que había sido preestablecido el año anterior: playoffs con ronda de eliminación doble (o sea, llave de perdedores).

En la revista Fútbol Color, Nuccetelli no se mostró del todo reacio al certamen, pero la queja era respecto a que “hace cuatro años que venimos guitarreando sobre los Nacionales” y renovó el pedido de la necesidad de una reestructuración afista a nivel político, económico, jurídico y deportivo. Aunque en El Gráfico fue tajante, declarando que “así, mi equipo no juega”. Finalmente, los clubes del interior tomaron una postura: rechazar el nuevo formato. Posteriormente, se definió que el Nacional 78 se disputaría prácticamente igual que la edición de 1977, con una sola modificación: clasificarían dos equipos por zona a los playoffs en lugar de uno, dando lugar al regreso de los cuartos de final.

En la revista Goles durante más de seis meses se entrevistó a dirigentes viendo que pensaban sobre el futuro de la AFA. Cuando le tocó a Nuccetelli, además de insistir en la reforma de cuatro puntos, contó que le habían prometido que después del Mundial se vendría una reforma, algo que no estaba sucediendo. Además detalló que decidió reservarse el derecho de protestar por la segunda plaza a la Libertadores de 1978, que fue para River en su condición de campeón del Metro 77, ya que consideraba que reglamentariamente esta debía ser para el subcampeón del Nacional, que fue Talleres, pero prefirió no hacerlo ya que no se sintió respaldado por la Liga Cordobesa ni por el Consejo Federal.

La Liga del Interior se reunió en Mendoza para dejar en claro que lo establecido en Jujuy y Salta aún corría. AFA, en tanto, en diciembre del 78 volvió a proponer un formato poco popular para el siguiente Nacional, el de 1979: siete zonas de cuatro. En Talleres se consideró no participar, o bien, aprovechar y pedir la afiliación directa. “Incorporarlo al Metro (a Talleres) no es la reestructuración que se necesita” decía Nuccetelli en Córdoba tras la eliminación del club en las semifinales del Nacional 78. En tanto, para el Nacional 79 se arregló “dando vuelta” el formato, o sea, cuatro zonas de siete equipos. Se descartó incluso un proyecto del mismísimo Valentín Suárez, que presentó una propuesta en diciembre del 78 para jugar un Nacional de 18 equipos, con 12 del interior y seis del Metropolitano. La idea era dividir al país en seis regiones, a cada una clasificarían 12 equipos, de estos avanzarían dos a la instancia nacional. Además, los seis mejores del Metropolitano también accederían a la fase final. “Las distancias ya no son excusas. Hoy llegamos más rápido a Mendoza que a La Plata”, decía Suárez. Su proyecto de 1978 fue cajoneado y olvidado, exactamente al revés de lo que pasó en 1966.

Cantilo siempre dijo que después del Mundial dejaría su cargo, y cumplió. El 6 de abril de 1979, Grondona fue elegido por unanimidad como presidente de la AFA. No solo los 35 asambleístas lo escogieron, sino que también contó con el visto bueno de Lacoste. Ya que estamos, este señor se quedó sin cargos en el fútbol por la disolución del Ente Mundial 78 en agosto del 79. Como su intención era ir a la FIFA, le dieron la vicepresidencia de Conmebol ese mismo año, y en 1980 alcanzó la vicepresidencia de la federación internacional. De esta manera, pudo ser parte del comité organizador del Mundial de 1982 en España. Todo gracias a su amistad con João Havelange, presidente de la FIFA. Estuvo allí hasta 1984, cuando cayó por malversación de fondos. Grondona alcanzaría la vicepresidencia de FIFA “recién” en 1988, para no soltarla nunca más, al igual que el cargo de presidente de la AFA obtenido en aquel abril del 79.

Vale reconocerle algo al señor Lacoste. En una entrevista que le hace Goles en enero del 79 (en el marco de la serie de entrevistas antes mencionadas), el contraalmirante fue el primero que “la vio” en cuanto a que sumar a los clubes del interior en el Metropolitano destrozaría las ligas. “(...) La metodología a seguir para implementar este ingreso hay que estudiarla cuidadosamente. Porque (...) podría llegar a desnivelarse nuevamente el problema y convertirse lo que fue un error por defecto en un error por exceso. Lo que yo ejemplifico (...) sería que entraran espectacularmente en un Metropolitano los cinco, seis o siete clubes fuertes del interior, de Córdoba, de Mendoza, de Salta, de Tucumán, etcétera, que al sumarse a Newell’s y Central, a Unión y Colón, a Gimnasia o Estudiantes, o a Talleres, por ejemplo, produciría prácticamente la muerte del fútbol del interior. Porque yo entiendo que el fútbol de la provincia de Buenos Aires y el de Santa Fe no son lo fuerte que deberían ser precisamente porque sus cuadros poderosos están prácticamente integrados al fútbol de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires (...). Entiendo que se le debe tener respeto a los torneos provinciales, a los torneos regionales y luego integrarse en un gran Nacional”.

Aquella polémica resolución (¿fue traición?)

Foto de Goles N° 1580 (10/04/1979).
Julio Grondona (presidente electo de AFA) y Alfredo Cantilo (saliente).
Don Julio, como sabemos, siempre fue ágil. No habían pasado ni seis meses de su asunción y, de un santiamén, destrozó a la Liga del Interior. El 15 de agosto de 1979 nació la resolución 1.309 de AFA (tuvo post propio en el lejano 2017). ¿Fue idea de él? ¿De Nuccetelli? ¿De alguien más? A ciencia cierta nunca lo sabremos. Pero no importa. Cambió todo.

¿En qué consistía esto? Se reglamentó que un equipo indirectamente afiliado que hubiese jugado las ruedas finales de los Nacionales 77 y 78 participaría del Metropolitano 1980. Esta fue una determinación hecha a medida de Talleres, que era el único equipo del interior que cumplía el requisito. De hecho, el elenco cordobés había clasificado a las fases finales ininterrumpidamente desde 1974. Como fuese, de esta manera AFA ganaba por todos lados. Primero, incorporaba a sus campeonatos a un competitivo equipo del interior con buenas recaudaciones. Segundo, lograba de esta manera acabar con los reclamos de Nuccetelli. Tercero, descabezaba a la Liga del Interior sin tener que ceder mucho, ya que no tendría que modificar demasiado sus estructuras, sólo agregaría equipos que se lo ganaran en cancha. Y la estadística demostraba que hasta ese momento la 1.309 aplicaba para un solo equipo.

Además, la letra chica era bastante restrictiva también. La resolución especificaba que el club del interior que se acogiera a la 1.309 debía tener domicilio en una ciudad de no menos de 300 mil habitantes. En ese momento, solo tres ciudades superaban ese número: Córdoba (990 mil), Tucumán (390 mil) y Mar del Plata (350 mil). Además, se exigía un estadio de, por lo menos, 30 mil espectadores, lo que dejaba afuera a Tucumán (y Córdoba y Mar del Plata calificaban solo gracias a los estadios del Mundial).

“No es la solución que buscamos para el fútbol argentino, pero al menos ayuda”, dijo Nuccetelli sobre la 1.309, que tenía el visto bueno de los demás clubes de la Liga del Interior. Pero con lo que no se contaba era con la negativa de la Liga Cordobesa a autorizar la participación de Talleres en el Metropolitano. La LCF se sintió “avasallada” por la AFA y le envió un telegrama fijando su postura de que se “atacaba” su autonomía y su jurisdicción, además de señalar que el Consejo Federal “es el único organismo natural de decisión sobre los problemas del interior”. Un poco era lógica esta reacción. No solo perdía a uno de sus principales equipos, sino que esto abría la puerta a que partieran otros. Y esto se aplicaba también a las otras ligas, a las que no les cayó muy en gracia el asunto. Desde AFA aclaraban que “aceptar su participación no alterará” su intervención en su torneo de origen, aunque en la práctica se sabía que no sería más que un equipo de reserva el que quedaría. Comenzaba así un tira y afloje bastante largo.

Recién a mediados de septiembre desde Talleres avisaron que aceptarían la invitación de AFA, aún sabiendo que la LCF lo rechazaría (esta, en tanto, había decidido convocar un gran congreso nacional de ligas para afrontar la problemática). El propio Lacoste opinó que la resolución era “inamovible”. Por aquellos años, Córdoba estaba intervenida por el gobierno militar. Quien ejercía como gobernador era el general Adolfo Sigwald. Este nombre sería clave. Mucho se nombra a Menéndez, verdadero hombre fuerte en la provincia, pero la cuestión se definió realmente mediante otros nombres (al menos públicamente).

En octubre, la LCF oficialmente rechazó la 1.309 y el pase de Talleres al fútbol de Buenos Aires en calidad de invitado para disputar el Metro (no dejaba de ser indirectamente afiliado). En asamblea y por nueve votos a tres, el ente se opuso (votaron a favor, además de Talleres lógicamente, Belgrano e Instituto).

En fin, seguramente en 1979 Menéndez andaba ocupado en otras cosas, así que Sigwald se hizo cargo de la situación. En noviembre se reunió con José Sachetta, presidente de la LCF, haciendolé saber que una intervención de la institución era una posibilidad si no se acataba la “orden”.

Mientras tanto, la Liga del Interior se reunió en Tucumán. Allí, además de Talleres, apoyaron la 1.309 los representantes de Belgrano, Instituto, Atlético y San Martín de Tucumán, Central Norte de Salta, Altos Hornos Zapla y Gimnasia de Jujuy, además de contar con la adhesión telegráfica de Independiente Rivadavia. Además, paralelamente, los tres equipos grandes de Córdoba plantearon la posibilidad de crear la “Liga Profesional”, un nuevo ente para reemplazar a la LCF.

En los primeros días de enero, dirigentes de Talleres recibieron por parte de Grondona y de Lacoste la confirmación de que el club jugaría el Metropolitano.

Sigwald convocó de urgencia a Gabriel Salort (vicepresidente de LCF), a Basilio Guerrero (secretario general) y al tesorero Molina en Casa de Gobierno. En medio de la charla, donde recordaron el paso de Sigwald como jugador de Lavalle, el interventor les pidió que “le facilitarán a Talleres” la participación en la AFA y lo remató con su famosa frase: “No es una presión, pero es una obligación para con el interés de la gente”. Los dirigentes tenían decidido no autorizar. Pero en la asamblea, tuvieron un invitado inesperado: el hijo de Sigwald, enviado por el mismísimo gobernador. Cuentan que entró a la reunión, se sentó y siguió todos los detalles de las discusiones. “No habló, no participó, pero su presencia fue un elemento de presión”, dijo un dirigente. La reunión terminó a las 6 de la mañana con la decisión final de concederle a Talleres la participación en el Metropolitano. El 9 de enero se sorteó el campeonato, con el equipo cordobés en el fixture. Un par de días después, dirigentes de Talleres visitaron a Sigwald y le entregaron el carnet de socio honorario de Talleres.

La Liga Cordobesa continuó con la pelea. Cuenta Emeterio Farías en el Libro del Centenario de la LCF que la institución pretendía que la plaza en el Metropolitano no fuese de Talleres, sino que le perteneciera a la Liga, y que si la “T” quedaba debajo de mitad de tabla en el campeonato, tuviese que revalidar su lugar ante “su” campeón, en lo que fue una idea de Abel Granillo, presidente de Belgrano, para intentar alcanzar la paz. No solo no lo consiguieron, sino que terminaron condenandosé. El 25 de septiembre de 1980, la LCF fue intervenida por los militares. Afuera Sachetta y todo el Comité Ejecutivo (a quienes el día anterior se les había prometido que nada de esto pasaría) y Amado Roldan fue colocado a cargo. Esa misma jornada fue intervenida también la Federación Cordobesa de Fútbol, institución creada cuatro años antes para nuclear a todas las ligas de la provincia y que, curiosamente, le había dado su apoyo a Talleres. La Liga fue renombrada como Asociación Cordobesa de Fútbol (ACF) en 1981, y ahí nomás el Consejo Federal le dio a esta un reconocimiento “provisorio” (duró hasta 1994) de liga única. Esto significaba que las plazas a los Nacionales y a los Regionales eran para ellos, y que los equipos del interior debían jugar sus campeonatos. Nacían así los Provinciales cordobeses de la ACF, que desde 1981 y hasta 1985 clasificaron a su campeón al Nacional (la Federación tenía sus propios Provinciales desde 1976, pero eran solo eso, campeones de esa institución).

Talleres, mientras tanto, tuvo todo arregladito con los nuevos dirigentes. Eso sí, tuvo que renunciar a tener voz y voto en la LCF, además de aceptar que debía ceder el 6% de sus recaudaciones.

En una entrevista a La Voz del Interior en 2001, a Nuccetelli le preguntaron si el Tercer Cuerpo del Ejército intervino de alguna manera en la aprobación de la 1.309, a lo que respondió: “Yo pienso que sí. En cierta forma el Tercer Cuerpo de aquel entonces apoyó a Talleres porque había intereses de la gente de Buenos Aires que no querían abrir las puertas al interior. La participación que tuvo esa gente fue para contrarrestar lo negativo que venía de ese mismo sector, pero desde otros lugares. En base al mérito, tendría que decir que nos apoyaron por lo que habíamos ganado, no que nos regalaron. Vieron con simpatía el movimiento del interior, respecto al pedido de igualdad con los equipos de la Capital Federal”.

La 1.309 luego “evolucionó” y pasó a decir que aquel club del interior que clasificara a las fases finales de un Nacional en dos de tres torneos pasaría a jugar el Metropolitano. El 23 de noviembre de 1980, Instituto empató 2-2 con San Lorenzo en la última fecha de la fase de grupos del Nacional, clasificando así a los cuartos de final. Ya lo había hecho en 1979, por lo que de esta manera aseguró su lugar en el Metropolitano 1981. Aunque la llegada de la Gloria a Buenos Aires tampoco estuvo exenta de polémicas. Cuando Talleres comenzó a participar del Metro, se bajó del campeonato de la LCF (a contramano de lo que originalmente dijo AFA que pasaría). Eso liberó una plaza cordobesa al Nacional 80 (Talleres era el campeón). Racing fue el equipo con más puntos en la temporada, lo que le dio la clasificación. ¿Qué hacemos con el otro representante?

Instituto decía que le correspondía la plaza por ser el segundo equipo con más puntos en la temporada. Pero en febrero se definió la realización de un cuadrangular para definir la plaza, aunque el elenco de Alta Córdoba apeló. En abril, la asamblea de LCF le dio la razón a Instituto y quedó clasificado, todo gracias al cambio de bando de Argentino Peñarol. Belgrano y Juniors fueron al Consejo Federal a protestar y este les dio la razón en mayo. En junio se definió finalmente la realización del cuadrangular, llamado “Reducido”, que fue disputado por los cuatro equipos con más puntaje del Apertura 1980, que fueron Belgrano, Instituto, Unión San Vicente y Sportivo Belgrano. La “Gloria” avisó que jugaría este mini certamen bajo protesta.

El 29 de junio se jugó la tercera fecha. Belgrano le ganó 4-2 a Instituto, mientras que Unión San Vicente venció 8-0 (!) a Sportivo Belgrano, con siete goles en la última media hora. Este resultado clasificaba al Nacional al elenco naranja por diferencia de gol, ya que al igualar en siete puntos con los de Alberdi se recurrió a ese método de desempate. Belgrano al otro día denunció la definición, además de acusar de irregular la fusión entre Lavalle y Palermo que dio lugar a Unión San Vicente el año anterior. Al mismo tiempo, también fue denunciado el celeste por incentivación. En tanto, Instituto seguía reclamando la plaza, y en julio firmó un “pacto de caballeros” con Unión San Vicente para formar una alianza. Al día siguiente, AFA le bajó el telón a una posible fusión deportiva, ya que para que esta jugara el Nacional, tendrían que haber disputado la instancia clasificatoria ya unidos. Finalmente, el 7 de julio, la LCF anuló el Reducido y le dio la plaza a Instituto al Nacional. Además, en octubre, el Consejo Federal rechazó el pedido de Belgrano. Fin. ¿Fin?

Lejos de terminar, cuando Instituto logra “clasificar” a los Metropolitanos, Unión San Vicente puso el grito en el cielo. ¿Por qué? En el pacto firmado, Instituto renunciaba a la 1.309. Los primeros decían que era un contrato, los segundos se defendían diciendo que era simplemente una “carta de intención”. Además, esgrimian que al quedar rechazada la protesta de Belgrano, la plaza al Nacional 80 era efectivamente de ellos, por lo que Instituto “ingresa” al Metro 81 mediante un torneo que no debió jugar. Además de la sed de venganza (?), desde la novel institución no veían con buenos ojos que otro club abandonara la competencia local, ya que le quitaría jerarquía. Los dirigentes de la Gloria le pidieron a Grondona que su lugar en el sorteo del Metropolitano quede en blanco mientras solucionaban esto. En tanto, la denuncia de Unión San Vicente obtuvo el fallo de “no innovar” hasta determinar el estatus legal del “pacto”. Además, para complejizar el cuadro, la temporada 81 del fútbol cordobés ya estaba organizada sin Instituto. Finalmente, la cosa no pasó a mayores y se le dio la razón al club de Alta Córdoba.

En este punto, se comenzaba a cuestionar la 1.309. El 10 de agosto de 1981 salió una larga nota en Goles Match al respecto. La campaña de Talleres en el Metro 80 fue muy buena (terminó 3°), pero en 1981 se salvó del descenso en la última fecha. En cuanto a entradas, las recaudaciones de ambos cordobeses bajaron en un 50% de 1980 a 1981. De hecho, en un enfrentamiento entre ellos en el Metro 81, la recaudación fue de 130 millones de pesos, mientras que Belgrano y Unión San Vicente recaudaron 270 millones en el ámbito local. Además, el mismo Grondona criticaba la resolución. Si bien reconocía que “en cierta medida” esta fue una apertura al interior, también consideraba que frenaba una posible reestructuración. Además, contó que la 1.309 fue modificada y que ahora no solo exigía llegar a fases finales, sino que pedía “jugar la final del Nacional”, aunque para Racing de Córdoba y Atlético Tucumán (finalista en 1980 y semifinalista en 1979, respectivamente) esto no corría por “derechos ganados”.

En el Nacional de 1981, el Racing cordobés venía bien encaminado para pasar de ronda y clasificar al Metro 82. Pero en noviembre cometieron un error: enviar telegramas. En uno, pidió la baja del árbitro Arturo Ithurralde por una mala actuación en un partido ante Vélez Sarsfield. En el otro, cargaron directamente contra Grondona por “proceder a favor de Independiente”. Esto porque AFA obligó al equipo cordobés a mover la localía ante el de Avellaneda por solicitud del segundo. ¿Por qué se le dio la razón? Independiente tenía un promedio de venta de entradas como visitante mayor a la capacidad de la cancha de Racing, lo que reglamentariamente le daba la razón al “rojo” en el pedido de mudanza. El equipo cordobés fue suspendido por 50 días y no solo no sumó los puntos que ganó en esas jornadas (las dos últimas de la fase de grupos) sino que se le quitó dos puntos por partido. Con esta sanción, no logró clasificar a la fase final ni acogerse a la 1.309. Pero tuvieron que esperar poco.

Con el Nacional y el Metro invertidos en el calendario en 1982, el 10 de mayo Racing empató 0-0 con San Martín de Tucumán y avanzó de ronda. Así logró acceder al Metropolitano 82. Estos tres equipos cordobeses fueron los únicos que se pudieron acoger en la 1.309. ¿Belgrano? Bien gracias, atravesando una de las crisis económicas más grandes de su historia, debiendo aproximadamente un millón de dólares. Además, públicamente los dirigentes decían que no estaban interesados en jugar el Metro en vistas a las malas experiencias económicas de Talleres e Instituto (igualmente nunca estuvo ni cerca de clasificar). El celeste realmente zafó raspando en esa época, su cierre no fue algo que haya estado muy lejano y posiblemente no se lo hubiese ayudado mucho para poder rematar los terrenos de la cancha, un bien que al día de hoy sigue siendo muy deseado y que en pleno 2000 La Voz del Interior sugería que el club, que atravesaba en ese momento su otra gran crisis (esta vez derivó en la quiebra y solo hubo salvación gracias a la ley hecha a medida de Racing), simplemente debía vender el Gigante de Alberdi y e irse a jugar al Chateau. Bellos detalles del archivo enemigo.

Volviendo al tema, ¿y los equipos de las otras provincias? No llegaron. Solo el mencionado Atlético Tucumán estuvo cerca. Corrió el rumor de que Loma Negra de Olavarría, club bancado por los millones de la cementera del mismo nombre propiedad de Amalia Lacroze de Fortabat (y que contrató como “asesor” al mismísimo Valentín Suárez), podía ser afiliado directamente y jugar la Primera C en 1982, pero no pasó (vale recordar que AFA no incorporó equipos nuevos a sus campeonatos entre 1977 y 2017, con la mención del caso de Deportivo Muñíz, que fue reafiliado en 1980). Como fuese, por diferencia de gol no clasificó a la fase final en 1981, estando a un gol de eliminar nada más y nada menos que a River. Por tener que jugar el Nacional 81 y el Regional 82 al mismo tiempo no le dio para clasificar al Nacional 82. Si jugó el de 1983, llegando a instancias finales. No clasificó para 1984 ni 1985 y la cementera dejó de poner plata, muy curiosamente coincidiendo con la caída de la dictadura y el regreso de la democracia. Me permito esto último para dejar un pequeño mensaje “anti SAD”. Ojo con estas inyecciones de guita, así como aparecen pueden desaparecer y dejar un club centenario y popular totalmente a la deriva (no era el caso de Loma Negra, claro). Ah, recordemos que este equipo es el que tiene mejor porcentaje de efectividad en el profesionalismo.

El 17 de noviembre en Goles Match salió otra larga nota, esta vez cuestionando a los Nacionales. No desde un punto de vista “porteño” de que estos fueran malos, sino planteando que se estaban haciendo mal las cosas. Cerraba así: “La crisis que soporta el fútbol argentino ya resquebrajó casi por completo su estructura. Por eso, pronto deberá ver la luz un nuevo proyecto que contemple las variantes necesarias para seguir sosteniendo el negocio. Hay diferentes sectores que van exponiendo sus puntos de vista, sus necesidades y sus propias soluciones. ¿Más equipos en el Nacional? ¿Agrupación por regiones? ¿Acaso un único y “gran” Nacional, un verdadero campeonato federal que reúna a los equipos más fuertes del país? Las propuestas pueden ser muchas. Pero todas partes de lo mismo: con la organización actual, el Campeonato Nacional marcha lenta pero indefectiblemente hacia la muerte”.

Ah, ¿fue traición? Difícil decirlo. La 1.309 tuvo apoyo de los clubes, algunos lo dieron ciegamente, otros con dudas. Con el diario del viernes, era interesante. Con el diario del lunes, la resolución destrozó los reclamos del interior. Además, una vez obtenida, Nuccetelli prácticamente se “borró” como líder de la rebelión (su club había conseguido lo que buscaba). Es depende de cómo se lo quiera ver. Hubo que esperar algunos años para otro “levantamiento”. Eso ya corresponderá a la segunda parte de este trabajo.

Además de las fuentes linkeadas, citaré los recortes sacados de El Gráfico, Goles, Fútbol Color y "Grande por su historia" que pueden ver aquí.

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