Durante muchos años, el fútbol fue cosa de unos pocos. AFA organizaba torneos para los equipos de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Con el tiempo, aparecieron santafesinos, rosarinos y un equipo de Junín (gracias a la relación de Evita con esa ciudad). A fines de la década del 30 y a mediados de los 50, la AFA quiso incorporar a Belgrano y a Talleres a sus torneos, pero por negativa de la Liga Cordobesa, no se dio. Y siguió todo así, hasta que aparecieron los Torneos Nacionales en 1967, de la mano de Valentín Suárez, interventor de la dictadura de Onganía en ese momento en la AFA.
Los Nacionales, más allá de algún que otro cambio en el formato, consistían en torneos en que todos o la mayoría de los equipos del Torneo Metropolitano competían con equipos del interior. Al principio, estos jugaban un clasificatorio llamado Regional para acceder al Nacional. Con el tiempo, las ligas más fuertes comenzaron a tener plazas fijas, y el Regional fue disputado por equipos de asociaciones más débiles. Este torneo sirvió para observar algunos equipos y/o jugadores notables, aunque cierto es que la diferencia con los equipos de Buenos Aires eran muy marcadas. Los directamente afiliados tenían más capital económico, y al jugar todo el año en la máxima categoría y no en una liga, atraía más a los mejores jugadores.